Hace tiempo que los medios han encontrado un nuevo filón. Uno que nos provoca un batiburrillo de sensaciones de todo tipo, algunas casi placenteras. Aparecen en los programas de televisión y en Instagram, repitiéndose una y otra vez, con diferentes nombres y opiniones, todas con un punto adictivo. Los observamos con una mezcla de asombro, risa y pena, sin necesitar que nuestro cerebro trabaje en absoluto, y nos dejan con el poso agradable de sabernos, por lo menos en cuestiones de cabeza, más equilibrados y más cabales. Son los lerdos. No hablo del lerdo tradicional, al que se trata con paciencia y compresión y se ayuda, sabiendo que seguro tiene otras cualidades en las que nos supera con creces. No. Hablo del lerdo-loco que se asoma a nuestros móviles y televisores en tertulias y programas de opinión y nos lanza orgulloso sus teorías, sentando cátedra y llamándonos lerdos a los demás. El modelo del adivino que veía el futuro a través de un pimiento, o el joven que había preñado a su novia con un beso, incluso el del profeta que venía de Galímedes y tenía personalidad múltiple, o la máxima autoridad en brujería que lleva veintiocho reencarnaciones y ya es perfecta como un ángel, ha quedado ampliamente superado.
Y es que esta década no solo iba a traer malas noticias.
Hay un lerdo que ha sido muy recurrente en los últimos meses, que dice que la tierra es plana y lo defiende con todo tipo de argumentos. Lo mejor es que lo llevan a debatir con científicos y él poco menos que les llama ignorantes. La paciencia y bondad de estos científicos es maravillosa y dice mucho del ser humano. Los pobres se preguntarán por dentro, cómo han acabado discutiendo con un futbolista (sí sí, no es físico, donde van a parar) sobre ciencia y peor aun, como este se ríe de ellos y la realidad que ya nadie necesita defender. Su argumento favorito es que el agua no se curva y me lo imagino en su casa metido en la bañera, cabeza medio hundida, mirando el agua desde muy cerca y diciéndose “está clarísimo, no se curva”.
Hay otra, también muy graciosa, que se dice feminista y se enfada mucho porque se ayude a una viejecita a subir su maleta al tren o a bajar un escalón. “¡Es machismo! ¡Basta ya de ayudar a las mujeres!” Clama indignada. Cuando el tertuliano le dice que también ayuda a los niños o a las personas mayores, indistintamente del sexo, ella niega con la cabeza. No no. No se puede ayudar a una mujer. Por supuesto la misma lerda defiende que todos los hombres somos violadores.
“En potencia” añade como intento de consuelo.
Y claro, la tertulia, que no lleva a nada, ofrece cierto placer al ver al lerdo quedarse poco a poco solo con sus argumentos, como la cabrita que ataban a una cadena en la jaula del Tyranosaurus en Parque Jurásico, es decir, sin ninguna posibilidad de sobrevivir. He de decir que los que debaten con los lerdos suelen tener bastante piedad y sin duda mucha paciencia y educación, porque a cada cual hay que darle altavoz donde toca y lo mismo que yo no retransmito partidos de baloncesto, parece raro que un lerdo rebata la curvatura de la tierra. Pero los contertulios aguantan los nervios y la risa, intentan ser respetuosos y, al final, muerden, porque todo tiene un límite. Cuando lo hacen, los lerdos suelen abandonar la conversación que jamás deberían haber empezado, muy dignos y airados.
Pero como digo, tiene algo de adictivo. Algo de justicia poética. Y el algoritmo lo sabe.
Nos gustan o los muy listos o los muy lerdos. Unos nos hacen pensar y otros nos hacen reír. El problema viene cuando al lerdo se lo coloca en el lugar que debería ocupar el listo y viceversa. Pasa bastante, pero otro día lo comentamos.
Con esta tontería les dejo, que me salta en Instagram uno que asegura que una persona con órganos sexuales masculinos puede tener hijos y parirlos por el trasero (juro que no es broma).
Aquí hay chicha.
Feliz domingo.
“Aprendí hace mucho tiempo, que no se debe luchar nunca con un cerdo. Te ensucias, y además, al cerdo le gusta”~ George Bernard Shaw
(O, en este caso, con un Lerdo 😉)
Hoy en día, sucede que se confunde información con conocimiento, y cualquiera que no tenga vergüenza puede opinar de todo sin saber de nada, porque el camino del conocimiento requiere constancia y esfuerzo, palabras por cierto, poco valoradas en nuestra sociedad. Lo que me parece más peligroso e injusto de todo esto, como bien dice Rafa, es que al lerdo se le coloque en el lugar del listo y ejerza su influencia sobre personas a las que les gustan las cosas fáciles, otra característica de nuestro tiempo. En fin... Que se han juntado el hambre con las ganas de comer.
Gracias por compartir y regresar.